« ...Anna volia un unicorni... navegaron de isla en isla... Fátima lloró y se lamentó... y yo que soy negro, seré el ojo... al País de la Bona Son... l'emperador li va dir... there are magical witchies... hace mil años, en Bagdad... »
¡Oh, gran Filípides! ¡Resígnate! A partir de ahora, tu nombre quedará arrumbado en las cloacas de la Historia. Maratón es, desde hoy, lo que aconteció en Rajoletes el jueves, 21 de marzo de 2013. Ese día, un tropel de locos bajitos subía, entraba, bajaba, iba, salía, venía, con las orejas bien abiertas y el ojo avizor, para escuchar las fábulas que una panda de locos no tan bajitos habían venido a contarles.
Durante todo el día, en dos escenarios diferentes, a razón de media hora por sesión, se fueron relevando sin descanso los cuentistas. Los había de todos los tamaños y sabores: talluditos, descarados, gordinflones, vocingleros, con olor a vainilla y con cara de mochuelo. Por un día, se convirtieron en rapsodas que pusieron voz a los cuentos tradicionales, cuentos de antaño. Y también a los relatos de Michael Ende, de Augusto Monterroso, de Bernardo Atxaga, de Leo Lionni...
Por su parte, párvulos y zagalicos asistieron pacientemente a los esfuerzos de esos aprendices de juglar por recrear mundos imaginarios. Algunos de los muchachicos incluso ponían cara hasta de estar embelesados. Y... ¡oh, sorpresa! los chavales más mayores se revelaron como extraordinarios cuentistas, los más espontáneos, los más cercanos a sus compañeros, los que más éxitos cosecharon. En cualquier caso, ¡gracias a todos, niños y niñas, por hacernos creer que somos mejores de lo que aparentamos!
«...y colorín colorado... ... y vivió el resto de sus días... i conte contat, conte acabat... »
¡Oh, gran Filípides! ¡Resígnate! A partir de ahora, tu nombre quedará arrumbado en las cloacas de la Historia. Maratón es, desde hoy, lo que aconteció en Rajoletes el jueves, 21 de marzo de 2013. Ese día, un tropel de locos bajitos subía, entraba, bajaba, iba, salía, venía, con las orejas bien abiertas y el ojo avizor, para escuchar las fábulas que una panda de locos no tan bajitos habían venido a contarles.
Durante todo el día, en dos escenarios diferentes, a razón de media hora por sesión, se fueron relevando sin descanso los cuentistas. Los había de todos los tamaños y sabores: talluditos, descarados, gordinflones, vocingleros, con olor a vainilla y con cara de mochuelo. Por un día, se convirtieron en rapsodas que pusieron voz a los cuentos tradicionales, cuentos de antaño. Y también a los relatos de Michael Ende, de Augusto Monterroso, de Bernardo Atxaga, de Leo Lionni...
Por su parte, párvulos y zagalicos asistieron pacientemente a los esfuerzos de esos aprendices de juglar por recrear mundos imaginarios. Algunos de los muchachicos incluso ponían cara hasta de estar embelesados. Y... ¡oh, sorpresa! los chavales más mayores se revelaron como extraordinarios cuentistas, los más espontáneos, los más cercanos a sus compañeros, los que más éxitos cosecharon. En cualquier caso, ¡gracias a todos, niños y niñas, por hacernos creer que somos mejores de lo que aparentamos!
«...y colorín colorado... ... y vivió el resto de sus días... i conte contat, conte acabat... »
Agradecemos a todo el equipo de biblioteca y a sus colaboradores
que hayan hecho posible una jornada como la de hoy.
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Juglares por un día |